Hoy Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, un tiempo de penitencia, reflexión y preparación para la Pascua. Este día, los fieles reciben la imposición de ceniza en la frente, un gesto que simboliza la fragilidad humana y el llamado al arrepentimiento. La tradición proviene de la Biblia, donde las cenizas eran signo de humildad y conversión, como lo menciona el profeta Daniel al cubrirse con cenizas en señal de súplica a Dios. Desde el siglo XI, la Iglesia Católica estableció esta práctica para recordar a los creyentes la necesidad de vivir con un corazón contrito y dispuesto a la transformación.

El significado de la ceniza va más allá de un rito externo, ya que representa un recordatorio de nuestra mortalidad y la necesidad de volver a Dios. Al recibirla, el sacerdote pronuncia frases como: «Recuerda que eres polvo y al polvo volverás», haciendo eco del llamado a la conversión y a confiar en la misericordia divina. No se trata solo de un símbolo de luto, sino de una invitación a revisar nuestra vida, dejando atrás el pecado y abrazando el Evangelio. La Cuaresma, que comienza con este día, es un período de oración, ayuno y caridad, preparando el alma para la victoria de Cristo en la Pascua.
Más que un simple rito, el Miércoles de Ceniza es un compromiso con la renovación espiritual. A través del arrepentimiento sincero, se nos invita a acercarnos a Dios con un corazón renovado, siguiendo el consejo del profeta Joel: «Rasgad vuestro corazón, no vuestra vestidura, y convertíos al Señor». Este tiempo litúrgico nos recuerda que, aunque somos frágiles, la gracia de Dios nos ofrece la oportunidad de comenzar de nuevo. Así, con humildad y esperanza, emprendemos este camino de fe, confiando en que la Pascua nos traerá la luz de la resurrección y la promesa de vida eterna.