Los años no vienen solo, es un todo incluido

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Ana Pereyra

Por : Ana Pereyra 

Conversando con una amiga, donde hacíamos un intercambio de dolencias, se me ocurrió la idea de escribir parte de nuestra plática, donde llegué a la conclusión que los años no vienen solos, son como un resort que viene todo incluido. 

Cuando pequeños, adolescentes y unos 30 y tanto, donde aún nos consideraban “jóvenes”, teníamos que comer en las mañanas un guineo, naranja y otros alimentos que nos suba el potasio, tomar el sol para no tener deficiencia de vitamina D e incluir alimentos que nos mantenga a rayas la vitamina C. 

En fin, son muchos los esfuerzos de alimentarnos bien para tener los niveles óptimos de zinc, el colesterol, la azúcar, la presión, triglicéridos, sobrepeso, fósforos, la hemoglobina y un sinnúmero de enfermedades que (aun siendo joven), por más dulces y falta de comer saludable, uno se encontraba en excelentes condiciones. 

Sin embargo, le dije a mi amiga que con el paso de los años hoy soy más rica que nunca. 

¿Y cómo así Ana? Me preguntó asombrada. 

 No, no, noooo, no es en dinero. Le expliqué: A esta edad, el colesterol nos sube más que la gasolina, el potasio lo tenemos a millón, la azúcar más alta que la carne de pollo en el supermercado, la doctora me dijo que tengo 6 millones de glóbulos rojos y que es demasiado para mí, y que la presión arterial está subiendo más que una depresión tropical. 

Además, la falta de hierro y la deficiencia de las vitaminas D y C están más bajas que la credibilidad de nuestros políticos. 

Y para completar la riqueza de los pasados meridianos, controlar el azúcar en la sangre es peor que lidiar con los jóvenes de ahora, que creen se lo saben todo, por estar en la era cibernética, donde no ponen a ‘trabajar’ el cerebro porque Google, Siris o Alexa se lo dicen to. 

Mientras nos vamos llenando de años, los problemas de salud se van multiplicando como los peces y los panes de Jesús, donde ya no visitamos tanto a las amistades sino al farmacéutico. Mi médico me quiere tanto, que su secretaria no me deja perder una cita, y la gente del seguro viven tan pendiente de mi, que siempre me recuerdan visitar al doctor.  

Parece que al final me llegó la riqueza! Tengo abundancia de azúcar, grasas, cobre, potasio, colesterol, presión arterial… y me convertí en un “síndrome metabólico”. 

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