La lucha contra los celulares de los padres de adolescentes

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La iniciativa, registrada en el Congreso a finales de noviembre del año pasado, acumula ya más de 75,000 firmas en la plataforma digital change.org. FUENTE EXTERNA

Iniciada en un parque, la lucha de un grupo de padres de Barcelona por retrasar a los 16 años el acceso de sus hijos a los teléfonos móviles fue clave para llamar la atención del gobierno español, que ahora busca prohibir su uso en las escuelas.

Una tarde de finales de septiembre, mientras sus hijos jugaban, un grupo de madres compartieron sus inquietudes sobre los efectos nocivos de las pantallas y la presión implícita a la que muchas familias se ven sometidas cuando los menores comienzan a cursar educación secundaria (12 años) para comprarles el primer celular.

Con la intención de luchar contra esa inercia y conversar con otros padres del barrio, Elisabet García creó un grupo de WhatsApp al que bautizaron «Poblenou Adolescencia Libre de Móvil», que a las pocas semanas ya superaba el millar de miembros.

El crecimiento fue exponencial y enseguida surgieron nuevos grupos en otros barrios y ciudades que ahora se aglutinan en un canal de Telegram que reúne a más de 10,000 personas.

«Fue muy bestia, es como una revolución popular espectacular», recuerda María del Mont Llosas, una de las portavoces de Adolescencia Libre de Móviles.

«Pero lo que muestra realmente de una manera inequívoca es la extrema preocupación que ya había en las familias», agrega esta psicóloga y madre de una niña de 11 años que, pese a vivir en otro barrio, acudió a la primera reunión presencial del grupo, animada porque al fin se tratara un tema que llevaba años inquietándole.

El crecimiento fue exponencial y enseguida surgieron nuevos grupos en otros barrios y ciudades que ahora se aglutinan en un canal de Telegram que reúne a más de 10,000 personas.

«Fue muy bestia, es como una revolución popular espectacular», recuerda María del Mont Llosas, una de las portavoces de Adolescencia Libre de Móviles.

«Pero lo que muestra realmente de una manera inequívoca es la extrema preocupación que ya había en las familias», agrega esta psicóloga y madre de una niña de 11 años que, pese a vivir en otro barrio, acudió a la primera reunión presencial del grupo, animada porque al fin se tratara un tema que llevaba años inquietándole.

EFE

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