La «ciudad que nunca duerme» ha comenzado a introducir un sistema de contenedores para recolectar la basura y así evitar la proliferación de roedores. El sistema está inspirado en los de capitales como París, Madrid o Buenos Aires.
La operación ha sido bautizada la «revolución de la basura», según las autoridades locales. Desde principios de marzo, más de 200,000 negocios de comida deben depositar en contenedores las más de 3,000 millones de toneladas de desechos que producen anualmente.
Los habitantes de Nueva York tendrán hasta 2026 para adaptarse a este tipo de contenedores. El programa piloto en la Gran Manzana se está implementando en Harlem, norte de Manhattan.
Puntos en contra
Pero todo cambio tiene sus detractores: los 150,000 puntos destinados a los contenedores de basura reducirán el espacio, ya limitado, para el parqueo de autos o circulación de peatones. En algunas manzanas, más del 25 % de las aceras lo ocuparán los contenedores, prevén las autoridades.
La ciudad que nunca duerme y sus 8.5 millones de habitantes, así como los millones de turistas que la visitan anualmente produce cerca de 20 millones de toneladas de desechos diarios, más de la mitad de comercios, según el ayuntamiento.
En línea recta, los desechos se extenderían a lo largo de 43 kilómetros, 8 kilómetros más del perímetro de Manhattan, según el ayuntamiento.
En una de las ciudades más densamente pobladas del planeta, en particular Manhattan con más de 1.7 millones de habitantes, que viven la mayoría en edificios de gran altura y sin espacio entre ellos, colocar grandes contenedores capaces de almacenar el resultado del frenesí consumista de sus habitantes -acostumbrados a usar y botar- parece una ecuación compleja.
La ciudad deberá introducir camiones adaptados para levantar los contenedores y vaciarlos. Hasta ahora la recogida se hace manualmente, bolsa por bolsa.
RFI